Está el ambiente muy caldeadito en la Corona. Lo de la entrevista sosa a Su Majestad ya ni se menciona para desgracia de nuestro Rey que se las está viendo y deseando para salir de una situación que
se le complica por momentos. Esto, ni el peloteo dialéctico de Jesús Hermida es capaz de apaciguarlo.
Vamos, que ya puede romperse lo que sea u operarse de lo que vaya surgiendo, que como aparezca
un “Urdangarín” de visita en el hospital puede dejarnos al monarca en fibrilación ventricular con instrucciones de no reanimación.
Los
Borbones siempre han tenido fama de “golfetes” por decirlo con suavidad. El tal Leandro que figura por ahí dándose unas ínfulas que dan sobre todo risa, los tatuajes de Don Juan más propios de un marinero de copla que
de un real personaje… todo esto queda en nada comparado con lo que está hoy en las portadas de los periódicos.
Entiendo las expresiones políticamente correctas, pero no sé hasta
qué punto decir “amiga íntima del Rey”, más que correcto es una estupidez y un eufemismo que además de no engañar a nadie, corrobora lo que no se dice. Hasta el infinito y más allá estamos de oir
a Peñafiel decir que los reyes no tienen amigos íntimos. Amigos sí, pero con las limitaciones y distancias a las que obliga la posición y la sangre para evitar una corte aduladora, pedigüeña, abusiva y sobre todo obsoleta.
Hablemos en plata, el Rey tiene una amante. Hasta aquí, puede pasar. Pero cuando la pasión clandestina sobrepasa con creces el ámbito meramente privado para ser una cuestión planteada en el Congreso,
hablamos de palabras muy, muy mayores.
Esta dama lleva años acompañando al Rey en cacerías, parece ser que se autodenomina “asesora del Gobierno español” en cuestiones internacionales
de peso, sale fotografiada con el monarca en actos públicos y ahora está siendo mencionada en la trama Noos .
Como consecuencia del bochorno se está planteando suspender una visita a los Emiratos
Arabes del Rey que podría suponer unos contratos de colaboración más que importantes para nuestra maltrecha economía.
En definitiva,
la amante nos ha salido problemática. Si todo quedara en gabinetes, cámaras privadas o aunque fuera, en alquileres de habitaciones de 5 estrellas, podía pasar, pero que empresas españolas pierdan contratos porque está en
entredicho la responsabilidad, la credibilidad y la honorabilidad de quien nos representa, es para tomar medidas al respecto. Por mucha vergüenza propia y ajena que esto suponga.
Sin caer en el republicanismo
“Rahola”, el “ciudadano Juan Carlos” lo va a pasar mal para salir de ésta sin destrozos. No sé si hasta el punto de una abdicación, pero quizás rozándola.
Eso sin contar que ahora gracias a los emails del socio rebotado del yerno, le están implicando también en trapicheos y mencionando expresamente a la Infanta como mediadora y transmisora de mensajes entre el Instituto de su churri y su
papá, valga la familiaridad.
A Su Majestad se le está montando un circo de tres pistas con tigres albinos y un ballet de pulgas amaestradas.
Al igual que fue un acto obligado por las circunstancias, hay que mencionar que la actitud del Rey cuando pidió perdón, fue loable por lo que supone de acto
de contrición y lo que debería suponer de ejemplo para muchos políticos que no saben lo que es el honor y la sabiduría de la rectificación. Pero la situación a la que estamos llegando no se salva con una nueva
disculpa. Simplemente da vergüenza. Provoca rubor y desconcierto conocer debilidades privadas que se hacen públicas y que exista la duda sobre ellas de que hayan sido mantenidas en alguna forma por el Estado. (Nosotros)
Queda feo que se sepa (ya abiertamente) que un monarca tiene una amante. Pero si encima sale problemática las consecuencias pueden ser funestas.
Mi
mayor simpatía, respeto y aprecio por Doña Sofía. Ahí se nota la casta, la resignación, la elegancia y la comprensión de mostrarse últimamente más como madre y mujer que como Reina. Y Reina con
mayúsculas, porque consorte, aunque oficialmente ésta sea su categoría, es un cargo altamente sobrepasado. Sus índices de popularidad han subido como la espuma en detrimento de los de su marido, cuando siempre todo el mundo alabó
la campechanía de aquél en contraposición con su actitud protocolaria y algo distante.
Dios la salve, Señora. Se lo merece.
Y ante la actitud tomada ante el cuñado por su actuación, que hará el Príncipe de Asturias con respecto a su padre?
Iñaqui (sin Don y sin tratamiento
de Excmo.) ha sido el culpable - o presunto, para los expertos en leyes y puristas – de muchas cosas, pero sobre todo de abrir la caja de los truenos que parece estar repleta de tormentas familiares.
Aquí cada palo tendrá que aguantar su vela y el Fortuna o el excelentemente denominado “Bribón”, está empezando a naufragar.